sábado, 27 de noviembre de 2010

La larga infancia humana, clave del éxito de la especie


Para este estudio, los investigadores han analizado los dientes de humanos y neandertales, que actúan como pequeños registros temporales que registran el ritmo de crecimiento de un modo similar a los anillos de los árboles. Además, han comprobado que "nuestros primeros molares contienen un pequeño 'certificado de nacimiento' que permiten calcular con exactitud la edad que tenía un ejemplar joven cuando murió", según Smith.

Los resultados muestran que en algún momento entre seis y siete millones de años desde que empezó la diferenciación entre los primeros humanos y los primates no humanos, comenzó a demorarse la maduración y surgió una condición fundamentalmente humana: el cambio ventajoso de una estrategia primitiva de "vivir rápido y morir joven" a la estrategia de "vivir despacio y llegar a viejo". Esta última, según Smith, "ayudó a que los humanos se convirtieran en uno de los organismos más exitosos del planeta".

La maduración extendida de los humanos puede haber facilitado el aprendizaje adicional y una cognición completa, lo cual posiblemente dio a los primeros Homo sapiens una ventaja sobre sus primos Neandertales.

Entre las piezas estudiadas se encuentra la del famoso niño neandertal descubierto en Bélgica en el invierno de 1830. Hasta ahora se pensaba que había muerto a los cuatro o cinco años, pero ahora se ha comprobado que no tenía más de tres.

La conclusión a la que llegaron es que nuestra especie madura mucho más lentamente que cualquier otra, incluso que nuestros parientes más cercanos, desde que dejamos África hace unos 100.000 años.


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