viernes, 5 de noviembre de 2010

Fumar más aumenta paralelamente el riesgo de demencia.


Según los resultados de un amplio estudio a largo plazo que se publica en la revista Archives of Internal Medicine (Arch Intern Med), el tabaquismo eleva el riesgo de demencia, tanto más cuanto más intenso sea el hábito. Fumar es un factor de riesgo para varias enfermedades severas, pero su asociación a largo plazo con la demencia es controvertida y ha sido poco estudiada.







Los autores de este estudio han investigado la asociación a largo plazo de la cantidad de tabaco fumado en la madurez y el riesgo de demencia, de enfermedad de Alzheimer y de demencia vascular, varias décadas más tarde.

Para ello analizaron los datos de tabaquismo de 21.123 sujetos de entre 50 y 60 años de edad, obtenidos entre los años 1978 y 1985, y posteriormente empezaron a recoger la incidencia de demencia en ese grupo entre el 1 de enero de 1994 y el 31 de julio de 2008.

Durante ese último periodo de investigación, de una media de 23 años de seguimiento, fueron diagnosticados de demencia 5.367 personas del grupo estudiado (el 25,4% del total). Los resultados fueron ajustados en función de edad, sexo, nivel educativo, raza, estado civil, hipertensión, hiperlipidemia, índice de masa corporal, diabetes, enfermedad cardíaca, ictus y consumo de alcohol.

Los sujetos que habían sido grandes fumadores, con más de 2 cajetillas diarias de cigarrillos al día, resultadorn tener  más de un 100% de aumento del riesgo de padecer demencia en las 2 décadas   siguientes, en comparación con los no fumadores.   Los fumadores de entre 1 y 2 cajetillas diarias aumentaron su riesgo de   demencia en un 44%, mientras que los fumadores de entre media cajetilla y   1 cajetilla diarias sufrieron una elevación del 37% de su riesgo de   padecer demencia, siempre en comparación con los no   fumadores.

Algunos estudios más antiguos llegaron a sugerir un efecto protector del   tabaco frente a la demencia, pero tales estudios, hoy totalmente   desechados, sufrían un fuerte sesgo en sus resultados, probablemente un   sesgo relacionado con la supervivencia: los fumadores suelen vivir   menos, por lo que disminuye entre ellos la edad como factor de riesgo independiente para demencia.

En palabras de los autores en sus conclusiones,


    «Estos resultados sugieren que el cerebro no es inmune a las consecuencias del tabaquismo intenso a largo plazo»




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