
Según explicaron, cuando los núcleos de niquel e hidrógeno se fusionan, la reacción produce cobre y una gran cantidad de energía. El reactor utiliza menos de un gramo de hidrógeno y su arranque requiere unos 1.000 watios de electricidad, que se reduce a 400 watios en cuestión de minutos. Por cada minuto de funcionamiento, la reacción consigue convertir 292 gramos de agua a 20 grados en vapor seco a más de 100 grados de temperatura. Y dado que elevar en 80 grados la temperatura del agua requiere cerca de 12.400 watios de energía, calcularon que el experimento produjo 31 veces más energía que la utilizada para llevarla a cabo.
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