jueves, 10 de febrero de 2011

Estrella a la fuga




Durante décadas, astrónomos han estado utilizando la brillante emisión de la estrella Zeta Ophiuchi (ζ Oph) para estudiar, mediante las absorciones producidas a su alrededor, la composición química del gas que la rodea.

Esta estrella, con una velocidad de unos 85.000 kilómetros por hora, también es un prototipo de las denominadas "estrellas fugitivas".

Observándola podremos ver una estrella rojiza y anodina. Nada más lejos de la realidad pues ciertos estudios han revelado que esta es una de las estrellas más masivas y energéticas de nuestro entorno. Situada a 460 años-luz de distancia y siendo 20 veces más masiva que el Sol, 500 veces más voluminosa, y 68.000 veces más luminosa que éste, Zeta Oph es una estrella azulada y sumamente brillante que al estar sumida en una nube difusa nos parece enrojecida por el material polvoriento que la rodea.

La gran masa de Zeta Oph la hace evolucionar a toda prisa. Las fuerzas gravitatorias en su interior son tan enormes que la energía nuclear se produce de manera desbocada. Se estima que su edad es de 4 millones de años, y que tan solo vivirá otros cuatro millones más antes de estallar en forma de supernova. Una vida muy corta si la comparamos, por ejemplo, con la vida del Sol. El Sol también parece encontrarse a la mitad de su vida, pero ya tiene 4.600 millones de años de edad, unas 1.000 veces más que la edad de Zeta Oph.

Pero, además de por su gran masa, Zeta Oph también es extraordinaria por otro motivo: su vertiginosa velocidad. La velocidad de la estrella supera los 85.000 kilómetros por hora. Y es que Zeta Oph pertenece a una clase de estrellas extremadamente veloces conocidas como "estrellas fugitivas".

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