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Dos grupos de investigadores -uno estadounidense y otro danés- han estado analizando el ADN de miles de pacientes hasta llegar al gen APOC3. Una vez llegados a este gen han elaborado una conclusión: las mutaciones de este gen protegen al corazón y a las arterias.
Han detectado un tipo de alteraciones en este gen que no solo reducen los niveles de triglicéridos, sino que disminuyen el riesgo de sufrir lesiones coronarias hasta en un 40%.
Estas enfermedades son la principal causa de muerte, causadas principalmente por la mala alimentación y el estilo de vida. En España, el 30% de los fallecimientos se deben a procesos cardiovasculares.
Buena parte de responsabilidad la tiene el colesterol malo que se adhiere a las paredes de las arterias y se endurece, obstruyéndolas. Existen gran variedad de fármacos capaces de combatir estas grasas,sin embargo, frente a los triglicéridos, los fármacos no han alcanzado el mismo nivel de eficacia. Es por esto por lo que este trabajo está teniendo una buena acogida entre los médicos e investigadores que velan por la buena salud de las arterias.
El gen APOC3 es principalmente activo en el hígado, donde se produce una proteína (la apolipoproteína C3) que transporta los triglicéridos a través de la corriente sanguínea hasta su destino. Al llegar a los tejidos,estos lípidos se degradan y se transforman en ácidos grasos. Este proceso es posible gracias a una enzima. El problema viene cuando la apolipoproteína anula la actividad enzimática, por lo que si abunda, los triglicéridos no se metabolizan y se acumulan en la sangre lesionando las arterias.
Tras un complejo proceso de selección y descarte, los investigadores advirtieron que cuatro mutaciones diferentes en el APOC3 no solo comprometían la fabricación de la proteína, sino que se relacionaban con una caída del 40% de la tasa de triglicéridos. Mientras la presencia habitual ronda los 150 miligramos por decilitro, entre estas personas la cifra bajaba hasta los 85. La mutación les ayudaba a tener poca apolipoproteína C3.
Una vez comprobado que cambios en las bases (las letras que componen el alfabeto genético accttgga…) del gen APOC3 se traducen en un menor nivel de triglicéridos quedaba por determinar si, además, estas personas eran menos sensibles a desarrollar enfermedades cardiovasculares. A partir de 110.000 muestras de pacientes, los investigadores estadounidenses analizaron los perfiles genéticos y compararon aquellos que tenían las mutaciones identificadas con sus historiales clínicos. El resultado fue que la alteración genética se asociaba a una caída del 40% de la posibilidad de tener un infarto, ictus, isquemia crónica y el resto de lesiones coronarias.
El reto consiste ahora en conseguir replicar los efectos protectores naturales que tiene la mutación a través de un fármaco. Una posible estrategia podría consistir en bloquear en la sangre a las proteínas que produce el gen APOC3 de forma que no se unan a las enzimas e impidan que desempeñen su función de degradar los triglicéridos.
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