viernes, 11 de junio de 2010

¿Dónde encontrar vida extraterrestre?

La búsqueda de vida extraterrestre es uno de los principales objetivos de organizaciones científicas y agencias espaciales. Confirmar que algo respira más allá de la Tierra, aunque se trate del microorganismo más simple, será, sin duda, uno de los grandes hitos científicos del futuro. La gran pregunta es por dónde empezar a buscar. Éstas son las principales dianas de los investigadores, lugares del Cosmos donde el comportamiento de sus compuestos químicos se ha revelado demasiado particular para ser tan sólo un mundo muerto ahora o en el pasado. En Titán o las lunas Europa y Encélado, entre otros cuerpos celestes, los investigadores parecen haber encontrado las pistas más fiables, aunque es posible que en los próximos años, especialmente gracias a los avances en la búsqueda de planetas fuera de nuestro Sistema Solar, aparezcan nuevos prometedores lugares.

En concreto, Marte, nuestra próxima frontera, ha sido un objetivo largamente perseguido por los cazadores de vida extraterrestre, especialmente desde el descubrimiento de agua helada en su superficie por la Phoenix Mars Landers en 2008. Otro importante elemento para la vida fue encontrado el año siguiente: científicos de la NASA hallaron metano en la atmósfera del planeta. Además, existen evidencias del pasado cálido y húmedo del Planeta Rojo.
La NASA estudia seriamente la posibilidad de enviar un robot a Marte para recolectar muestras del suelo que luego otra nave traería de vuelta. «Estas muestras podrían revelar formas de vida que han existido o que existen actualmente» en el Planeta rojo, explicaba en su día Steve Squyres, científico planetario de la Universidad de Cornell en Nueva York y presidente de un comité de la Academia Americana de las Ciencias, encargada de formular recomendaciones para la NASA. La diana donde aterrizaría esta nave son los vastos campos de yeso que cubren gran parte de la superficie del planeta, donde quizás puedan aparecer fósiles de organismos vivos, como se han preservado en el Mediterráneo.

Fuente: Neoteo y otras. Antonio M. Calderón Vera y Juan Manuel Amador

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