viernes, 3 de junio de 2011

Inundaciones controladas para salvar a Nueva Orleans

Para que Nueva Orleans no sufra una nueva inundación, potencialmente peor que la que experimento tras el Huracán Katrina, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE.UU. abrió este sábado las compuertas de un canal de alivio del crecido Río Mississippi.

El aliviadero de Morganza, a unos 160 kilómetros corriente arriba de la ciudad del sur de EE.UU., fue activado por primera vez desde 1973 para drenar aguas del río, que ha experimentado una crecida récord por los deshielos y las copiosas lluvias registradas en los meses pasados en sus cabeceras. Pero en el intento de salvar Nueva Orleans y Baton Rouge, la capital de Luisiana, ahora un área de 7.000 kilómetros cuadrados de la bahía del río Atchafalaya corre el riesgo que quedar bajo las aguas

En las últimas semanas, el Missisippi, el principal río de EE.UU., ha dejado inundaciones en los estados de Missisippi, Tennessee y Arkansas. Se espera que la masa de agua que ha venido bajando desde el norte tome hasta tres semanas en pasar por el sistema de diques y canales de la región hasta que finalmente logre vaciarse en el Golfo de México.

"Esto está poniendo una tremenda presión sobre todo el sistema y estamos tratando de desviar esta cantidad de agua hacia los tributarios del Missisippi", dijo Walsh minutos antes de activar la apertura de las compuertas del aliviadero.

La corresponsal de BBC en Washington, Natalia Antelava, informa que la Cruz Roja estadounidense ha preparado refugios para las miles de personas que están dejando preventivamente sus hogares.

Peor que Katrina.

Los modelos computarizados de pronóstico indicaban que de no haber activado el aliviadero de Morganza, Nueva Orleans habría sufrido inundaciones peores que las registradas en 2005, cuando el sistema de diques que la protege se rompió tras el paso de Katrina.

En esa ocasión, la ciudad, que está bajo el nivel del mar y rodeada de lagos, pantanos y el propio Mississippi, quedó en un 80% cubierta por agua. Unas 1.500 personas murieron en el desastre, cuyas secuelas siguen evidenciándose en muchos barrios de la ciudad.

Pero además la crecida del río Mississippi amenazaba una zona en la que hay 8 refinerías, responsables por el 12% de la producción de gasolina estadounidense, así como una planta nuclear.

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