Se acerca el final de año y es el momento de repasar las noticias más importantes de la temporada. Como cada año, la revista Science recopila los 10 mayores hitos científicos del año. Y lo cierto es que en lo más alto del podio se ha colado por la puerta trasera un acontecimiento que pasó sin pena ni gloria para la mayoría de los medios de comunicación del mundo.
La medalla de oro, el hallazgo científico de la temporada, es para la primera máquina cuántica fabricada por el ser humano. El invento consiste en un sencillo y diminuto sistema de vibración de unas pocas decenas de filamentos metálicos de una micra de longitud y menos de un nanómetro de diámetro.
Es decir, en un milímetro cabrían 1.000 de estos filamentos situados uno a continuación de otro de forma longitudinal. Y la máquina completa es más pequeña que el ancho de un cabello.
Hasta ahora todos los ingenios diseñados por el hombre respondían a las leyes de la mecánica clásica, la regida por las reglas establecidas por Newton. Sin embargo este pequeño y sencillo, casi ingenuo, mecanismo ha pasado página a una era marcada y simbolizada por la revolución del automóvil.
Probablemente este hito de la ciencia no será tan utilizado como aquel famoso Modelo T inventado por Henry Ford a principios del siglo pasado. Sin embargo, se trata del primer paso humano en el mundo de lo más pequeño, de las partículas que forman los átomos. Es decir, en el mundo de lo cuántico.
Los científicos habían demostrado ampliamente estas reglas físicas mediante experimentos con electrones, fotones, átomos e incuso en helio líquido. Pero nunca habían observado los extraños efectos de la mecánica cuántica en el movimiento de un aparato fabricado por el ser humano.
Según estas reglas físicas, una partícula pequeña intercambia energía en múltiplos enteros de una cantidad mínima posible, conocida como quantum de energía. El segundo pilar de la cuántica es que dicha partícula puede estar, literalmente, en dos lugares al mismo tiempo.
La máquina cuántica abre las puertas a un sinfín de aparatos experimentales y, según la revista, a pruebas de nuestra propia sensación de la realidad. Pero también supone la primera piedra en la fabricación de los ordenadores cuánticos. Un ingenio aún conceptual que permitiría descifrar en segundos todas las claves y contraseñas del pentágono o de la NASA, algo que con las máquinas actuales sería imposible o llevaría años de trabajo.
Según los editores de Science, el potencial futuro y la ingenua sencillez del experimento lo han convertido en el hallazgo científico del año.
sábado, 18 de diciembre de 2010
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