Investigadores del Instituto de Ciencias Materiales de Sevilla (CSIC-US) y de la Universidad de Málaga (UMA) han creado un plástico biodegradable a partir de la piel de tomate con aplicaciones en el campo de la alimentación y salud.
Los científicos tomaron como referencia el componente principal de la epidermis de la piel de este fruto, un biopoliéster denominado cutina que constituye la matriz de la capa cuticular que recubre la superficie de las hojas, tallos no lignificados y frutos de las plantas superiores. La función principal de este biopolímero es preservar la pérdida de agua desde el interior celular y actuar como interfase entre la planta y el medio externo.
José Jesús Benítez Jiménez, responsable del proyecto, asegura que "la cutina se contempla como un producto biocompatible, biodegradable y no tóxico que la propia naturaleza emplea como capa protectora de frutos y hojas, y, por tanto, susceptible de ser adaptado artificialmente y empleado como material comercial para el envasado de alimentos".
El material plástico resultante es viscoelástico, con un grosor "a la carta" y de color anaranjado. Es inocuo y biodegradable y su durabilidad es la misma que la de la piel del fruto. En la actualidad se está realizando pruebas mecánicas, de resistencia, elasticidad, transparencia y opacidad, la materia prima es gratis, puesto que son desechos de la industria alimentaria.
jueves, 9 de diciembre de 2010
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