El agua potable es un recurso natural renovable e inagotable, esto es un autoengaño al cual está sometida la humanidad y tiene que salir de él.
Sabemos que hay agua en abundancia en el planeta, pero sólo el 1% es la que aprovecha el humano para el consumo. Un 97% es salada (mares y océanos) y el otro 2% está congelada en los polos donde su extracción es prácticamente imposible.
Según la Ecological Management Foundation, con sede en Ámsterdam, la única fuente renovable de agua dulce que tenemos está en la lluvia (que genera un caudal mundial más o menos constante de 45.000 kilómetros cúbicos al año), y la población aumenta en 85 millones de habitantes al año. El agua disponible disminuye.
En la actualidad,son 31 países los que padecen de escasez de agua y más de mil millones de personas carecen de agua potable. De aquí al año 2025, hasta dos terceras partes de la población mundial. La tercera parte restante se verá casi totalmente privada de agua. La restricción de agua habrá aumentado en un 50% en los países pobres, y en un 18% en los desarrollados.
Consecuencias
La disminución o carencia de agua potable para el consumo humano traerá consigo diversos perjuicios de tipo sanitario, económico y de seguridad regional y global.
La falta de agua potable es una de las causas de enfermedades y mortandad (sobre todo infantil) en naciones del Tercer Mundo. Cada 8 segundos muere un niño debido a una enfermedad relacionada con el agua.
Hoy día el 65% del agua que demanda la humanidad se destina a la producción de cosechas, especialmente de cereales.
Nos encontramos una situación conflictiva ocasionada por la disminución del agua potable: la tensión, muchas veces internacional, provocada por el control de las fuentes de agua.
Ismail Serageldin, antiguo vicepresidente del Banco Mundial, llegó a asegurar que las guerras del siglo XXI serían provocadas por la falta de agua, y su profecía no es para nada descabellada.
Para evitar las posibles “guerras del agua” fue propuesta, durante el pasado Tercer Foro Mundial del Agua, celebrado en Kyoto (Japón) en marzo de 2003, una estructura de mediación para ayudar a los países a prevenir y resolver los conflictos provocados por el agua.
Qué hacer
Ante las expectativas, casi apocalípticas, de la escasez de agua en la Tierra el gran interrogante es ¿qué puede hacerse para garantizar el suministro para todos y evitar una posible hecatombe ambiental, sanitaria, económica y social?
Es preciso subrayar que la industria, y en general el sector productivo privado, tienen mucho que decir y deberán tomar la iniciativa, como ya lo están haciendo en muchísimos casos, para garantizar la permanencia del agua potable en el Planeta azul.
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