Un estudio internacional en el que ha colaborado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha logrado escribir información, en forma de ceros y unos, sobre una superficie cubierta de moléculas magnéticas. Los resultados de esta investigación constituyen un avance en el camino hacia el almacenamiento de datos a gran escala.
“En los ordenadores, los discos duros almacenan datos codificando ceros y unos mediante magnetismo en pequeños sectores de superficie. Hacer lo mismo a escala atómica supondría multiplicar la capacidad de almacenamiento en millones de veces, reducir el gasto de energía del ordenador y aumentar la velocidad de lectura y escritura. Con los resultados de esta investigación nos estamos acercando un poco más a esa meta”, explica el investigador del CSIC Nicolás Lorente, del Centro de Investigación en Nanociencia y Nanotecnología.
La ventaja que ofrecen las moléculas respecto a los átomos a la hora de codificar datos es su asimetría. Un átomo es esférico respecto a su momento magnético. Es decir, es igual desde cualquier ángulo, y para poder escribir sobre él es necesario primero romper esa simetría, lo que es extremadamente difícil.
Esta tecnología tiene, por ahora, la limitación de que sólo es posible a muy bajas temperaturas, de 30 grados kelvin (unos -243ºC), muy alejadas de las habituales en la vida cotidiana.
“En los ordenadores, los discos duros almacenan datos codificando ceros y unos mediante magnetismo en pequeños sectores de superficie. Hacer lo mismo a escala atómica supondría multiplicar la capacidad de almacenamiento en millones de veces, reducir el gasto de energía del ordenador y aumentar la velocidad de lectura y escritura. Con los resultados de esta investigación nos estamos acercando un poco más a esa meta”, explica el investigador del CSIC Nicolás Lorente, del Centro de Investigación en Nanociencia y Nanotecnología.
La ventaja que ofrecen las moléculas respecto a los átomos a la hora de codificar datos es su asimetría. Un átomo es esférico respecto a su momento magnético. Es decir, es igual desde cualquier ángulo, y para poder escribir sobre él es necesario primero romper esa simetría, lo que es extremadamente difícil.
Esta tecnología tiene, por ahora, la limitación de que sólo es posible a muy bajas temperaturas, de 30 grados kelvin (unos -243ºC), muy alejadas de las habituales en la vida cotidiana.
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